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Mensaje del Párroco Padre Miguel de Ángel Ramírez

Mis hermanos y hermanas Yabucoeños:

Este año la Cuaresma, ha cobrado un matiz diferente a otros años porque los estragos del Huracán han continuado afectándonos profundamente en tantos sentidos y áreas de nuestra vida. Pareciese que hay tantas razones "razonables" para sentirse triste, deprimido, ansioso, molesto y hasta sentirnos con derecho de sentirnos así. Entonces me detengo y me pregunto ¿pero la muerte de Cristo en la cruz no me basta para recuperar la alegría y la esperanza? Quizás con nuestros labios le profesamos y con nuestros ojos le admiramos, pero con nuestro corazón y nuestra mente ¿lo demostramos? Algunos debemos repensar nuestras acciones durante este tiempo que nos alejan de lo bueno que Dios quiere enseñarnos.

Éste ha sido un tiempo de muchas lecciones y deberíamos ser capaces de descubrirlas, identificarlas, profundizarlas y aplicarlas. En nuestra Parroquia, como comunidad de fe, hemos intentado estar en primera fila en el servicio y el acompañamiento. Poco después del Huracán ¿recuerdan lo primero que les dije?: "cuando encuentren a alguien solo abrásenle”. Ha habido más necesidad de un abrazo que de decir todo lo que se habla perdido. ¡Así Dios, providencialmente, ha iluminado nuestra Diócesis con el lema ¡Abraza a Jesús! En verdad, ha cobrado un sentido muy personal y significativo en este proceso de duelo boricua. Por eso, hemos escogido este año para el Duelo Comunitario el tema de los dolores o lágrimas de María. ¡Cuántas lágrimas hemos derramado por lo que nos ha ocurrido y por lo que hemos perdido! ¡Quién mejor que María Santísima, madre de Dios y madre nuestra, para comprender y enjugar nuestras lágrimas? Ella que lloró y se dolió por la Pasión de su Hijo Jesús y continúa ocupándose de nosotros sus hijos. Sin duda las lágrimas, han marcado este tiempo y las unimos a las de Nuestra madre Dolorosa.

Este año el predicador de los Ejercicios Espirituales del papa Francisco meditó el tema las lágrimas narran una sed: "Somos muchas veces arrastrados por nuestras mismas lágrimas, lloramos incluso sin quererlo. Pero las lágrimas dicen que Dios se encarna en nuestras viudas, en nuestros fracasos, en nuestros encuentros... porque las lágrimas son también la zona visible, transparente y viva de nuestros deseos; fluyen desde dentro de nuestro cuerpo, pero expresan La más intensa y recóndita e intensa interioridad. Ya que en los humanos el llanto es siempre una forma de relación... Pensemos en nuestras lágrimas, a las primeras que hemos derramado y a las últimas, a las más recientes. Nuestra biografía puede ser narrada también a través de las lágrimas... El dolor de aquellas lágrimas Dios las conoce todas y las acoge como una oración".

Recojo en mi oración personal y sacerdotal todas tus lágrimas y las abrazo espiritualmente con el deseo de que sean enterradas y liberadas en el recuerdo de la Muerte y resurrección de Jesús. Y con nuestra Diócesis decimos: ¡Abraza a Jesús, sé discípulo-misionero!

Unidos a los pies del Maestro y de su Madre, tu hermano y servidor.

Padre Miguel de Ángel Ramírez

 

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