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¡CRISTO HA RESUCITADO!

Hoy celebramos la fiesta más grande del año litúrgico - el evento más grande en toda la historia – la resurrección de Cristo de entre los muertos. Se convirtió en la victima pascual. Él, que era sin pecado tomó sobre sí nuestros pecados, y sufrió el castigo por ellos - muriendo en la cruz. Al resucitar de entre los muertos, Él ha roto las cadenas de la muerte. Él ha abierto las puertas a la vida eterna. "Oh muerte, dónde está tu aguijón, ¡Oh muerte, ¿dónde está tu victoria?!" (I Cor,15:55) Cristo ha ganado la victoria, Él ha tomado el aguijón de la muerte. Y así nos regocijamos, y proclamar la buena noticia a todo el mundo.

En el evangelio de hoy, Juan no solo dice de Cristo que se levanta de entre los muertos, sino que también nos ilustra como los que descubrió por primera vez que Cristo había resucitado reaccionó. Lo más notable es que parece es el "discípulo amado". El discípulo que no se nombra, en parte porque él nos representa a todos. Al enterarse, corre a la tumba. Él esta tan lleno de amor y de la anticipación para ser testigo del sepulcro vacío que corre. Luego, al entrar, después de esperar por Pedro, quien representa la autoridad, el discípulo amado, ve y cree, Él es el único que este pasaje de la Escritura identifica como creer inmediatamente. Su corazón esta tan lleno por el Salvador que le lleva a la fe en la resurrección.

Estamos llamados a proclamar la buena nueva, para predicar el Evangelio, y Él nos ha dado muchos regalos con los que hacerlo. Proclamamos el Evangelio por la forma en que vivimos – poner primero a Cristo y darle los primeros frutos de nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestros tesoros. Proclamamos el Evangelio mediante el uso de dones que nos ha dado para servir a los demás en el amor. Y al hacerlo así, invitamos a otros a correr hacia él, para vivir como sus discípulos y para aceptar la salvación que Él ofrece.

Esto es un llamado especialmente en este día y edad. Existe una presión que nos rodea a cavarnos en los caminos del mundo, poniéndonos ante Dios y ante los demás. Sin embargo, reconocemos que nunca podremos agradecer los suficiente a Jesús por los que ha hecho, y por lo tanto, hacemos todo lo posible, Le damos nuestra vidas y nos grita la buena noticia a los cuatro vientos.

¡Cristo ha resucitado, Aleluya!

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